Profesora Mirian Stivala. Anexo 1 Pabellón Juvenil. - EEMPA N° 1316 Y ESCUELA N° 2001

Bienvenidos... Estas escuelas funcionan en la Unidad Penitenciaria N° 2 Las Flores de la ciudad de Santa Fe, provincia con el mismo nombre en la República Argentina. Nuestra misión: "Recorrer los laberintos del conocimiento como paso esencial para ensanchar el horizonte personal, recuperar la dignidad de la condición humana y construir la esperanza de un mundo mejor." Freire, Paulo.

domingo, 24 de septiembre de 2017

Profesora Mirian Stivala. Anexo 1 Pabellón Juvenil.

Tema: Argumentación y carta

Primera clase donde abordaba argumentación. Después de dictarles definiciones pasamos a hacer por escrito argumentos para sostener ciertas tesis que yo les daba: la importancia de terminar los estudios secundarios; la necesidad de un trabajo digno. Posteriormente pasamos a esbozar argumentos por escrito sobre un pedido al juez de 24 hs de salida, dos veces al mes. Primero les corregí esa necesidad de expresarse en tercera persona. Es como que le hablaban a él y no daban su postura. Les remarqué el tema del convencimiento personal, propio. La importancia de estar posicionados, seguros. 

Mientras estábamos trabajando el tema, un alumno me dice: “Profe: ¿Qué hago yo con 24 hs de salida?” Le dije: “Irte a tu lugar de origen” Me contestó que no puede. Que por protección debe resguardarse. Lo miré y le pregunté sobre algún familiar cercano en Santo Tomé, por ejemplo. Me dijo que no. Y al rato, volvió al tema del tío en Rosario. Tema que yo quería que aborde porque unos meses atrás había quedado inconcluso. Lo miré y le dije que le dé argumentos al juez para que lo deje salir a Rosario. Calculamos horas de viaje más de colectivos urbanos para llegar y volver. Ahí tenía la justificación de las 24 hs.

Sabía que me iba a decir: “Mi tío no me va a querer” Y allí empezó su relato. Su infancia de abandono, durmiendo entre autos; el padre preso; su madre, con otro hombre, sin hacerse cargo de él ni de sus hermanos. Ese tío que aparece y que se lo lleva a Rosario para darle una vida digna cuando tenía entre 12 y 13 años. Lo dejé que hable y saque todo el dolor. “Profe, yo era pibe. No entendía cosas que ahora sí, estoy más grande, distinto. Ellos me dieron una casa, un hogar. Yo tenía mi pieza para mí solo. Me mandaron a natación, a un club.” Le hice notar cuánto amor brindado: una pareja con sus propios hijos y que actuó de esa manera. Lo reconoce con mucho dolor y culpa por el después. Sigue su relato: “Se me murió mi hermano, lo mataron. Luego se ahorcó mi hermanita de 13 años, profe. Necesitaba volver, quedarme. Pensé que estando en San Javier la cosa podría cambiar. Pero no fue así. La calle, la junta, la droga para escapar del dolor. Los hechos que me trajeron a la cárcel…”. 

Conmovida, le pregunté si no se animaba a relatarle al tío en una carta todo lo que me contaba. Me dijo que sí. Yo prometí enviársela. Cuando me iba me pidió si lo podía ayudar en la escritura. Pensé que no lo necesitaba. Su escritura es clara, coherente. Igualmente, le dije que sí.

A la semana siguiente, lo busqué y trabajé con él. Cuántas emociones en ese fluir de palabras y en esa carta. “Profe, usted sabe que mi hermana antes de matarse me llamó por teléfono y se reía. ¿Será que quiso despedirse?” Le dije que seguramente. Pero también le hablé de no quedarse en eso. Le comenté que un profesor de Filosofía, en una clase, dijo que, hasta el suicidio, es un acto libre y que a lo mejor, eso significó su salida; la que consideró más adecuada para ese momento. Le hablé de seguir caminando a pesar del dolor. Al final, quiso pedirle perdón a ese tío. Yo solo escuchaba. Vuelvo a reiterar: su coherencia en la oralidad se reflejó en la escritura. Yo solo era una testigo. Solo intervenía para preguntarle: “¿Algo más que le quieras decir?” Me contesto que sí. Quiso colocar que lo extraña y que necesita que le escriba y lo visite. También le comentó de sus logros: su buena conducta; asistir a la escuela; ir al taller de herrería y salir junto a un compañero, a reparar una escuela. “Profe, cuando veo a los nenes en la escuela, en los recreos, mientras yo arreglo puertas, me acuerdo de mi infancia, de mis travesuras. Cómo pasó el tiempo”

¿Cómo explicar el rol docente en esta situación donde no podía permitir quebrarme pero sí emocionarme mucho? ¿Cómo contar ese fluir tan cotidiano en la conversación como si me conociera de toda la vida? Si él supiera lo que me desgarré con su relato…Si supiera lo que pido al universo para que ese tío conteste, se haga presente, se haga cargo…

Un contenido. Un contenido que parece muy difícil de presentar-el texto argumentativo- se vio transformado cuando se llevó a situaciones reales y concretas que atraviesan a los alumnos. Entendió cómo realizar argumentos porque le salieron de adentro. Ya vendrá mi explicación teórica de estrategias argumentativas. Él pudo ejemplificar, citar sin necesidad de mi desarrollo. ¿Falta de interés en los pibes por los contenidos que les presentamos? No rotundo. Es saber aplicar la estrategia justa. Nada más. 

De todo esto, agradezco la confianza y esa posibilidad de conectarme con el dolor, que me permite seguir creciendo. Y la enseñanza de la Lengua y la Literatura que obra como puente de cartas, de argumentaciones, de fluir de emociones, de valores, de educar con todo lo que este término implica: ponerse a los pibes en los hombros y llevarlos a otra orilla, quizás una que los resguarde y los haga sentir mejor. Intentos. A celebrarlo.